Fotos vs Emelec (Libertadores 2013)Luego de haber vivido con mucha intensidad los primeros 270 minutos oficiales de la temporada, si bien no es hora de un análisis definitivo ni mucho menos sobre algunas cuestiones, es necesario puntualizar algunos aspectos que fueron tendencia en el último semestre del 2012, sobre todo en la recta final del  Apertura.

Antes que nada, Da Silva es un buen entrenador. Al menos, mira el fútbol de frente. Y eso, hoy, ya es un punto muy a favor. Dicen que los técnicos intentan darle a sus equipos, un estilo similar al que tenían cuando se ponían los cortos. Y algo de eso hay. Si bien se intentó por momentos jugar en cada uno de los partidos, el equipo mostró su ya cada vez más marcada verticalidad, y una dinámica sostenida en gran parte del juego.

Ahora bien, esto puede tomarse como una virtud teniendo a Estoyanoff que es una amenaza latente en el mano a mano y un Zalayeta que de espaldas al arco casi siempre aguanta el balón y cuando viene por bajo postea como pocos. Pero esto es muy poco. Por ahora, es muy poco.

Ofensivamente, somos muy dependientes de lo que pueda hacer el Lolo y se está transformando en un recurso primario el pelotazo a Zalayeta o a Olivera. Es verdad, la aguantan como nadie, pero el primero no puede jugar todo el partido de espaldas al arco y el segundo se desgasta entre los dos zagueros viendo muy pocas veces la pelota de frente, entrando con potencia al área, algo que nuestro goleador necesita como el agua. Y eso se genera por los costados. Si seguimos yendo por un lado solo sabrán taparnos y vendrán los dolores de cabeza, literalmente. Hasta Da Silva se tienta, cuando se lo escuchó el sábado pasado gritar “a Marcelo, a Marcelo!” cuando Novick la ponía en juego en un tiro libre a 60 metros del arco.

Está claro, que la falencia sustantiva está en el medio campo. Con Novick cada vez más impreciso y menos recuperador, Grossmuller lento, dubitativo e irresoluto, Cristóforo se transformó definitivamente en una pieza clave en el once inicial. Cada vez más jugador, aplicado, certero y efectivo. El mediocampo me preocupa. La perdemos rápido y la recuperamos lento. Fue acertada la decisión de poner al Vasquito, se ganó en presión y se fue más intenso, algo que muchas veces genera contagio y hace ganar partidos. Si bien Aguirregaray no tiene en ocasiones la mejor lectura del juego, se saca gente con facilidad, le gusta llegar al área y tiene la entrega que en ese lugar del campo se necesita. A veces  necesita entender que es mejor jugar en tercera o en cuarta que en quinta.

No vi con malos ojos la línea de cuatro en la Copa, hasta hoy, una decisión inteligente de Da Silva. Con Iquique era claro que íbamos a poblar el medio, que Zalayeta bajara incluso unos metros más de lo habitual y darle el dulce a la línea de cuatro chilena, que para nuestros intereses hizo bien en jugar a 35 metros del arco, y dejar al Lolo en su mejor hábitat. Así fue. Lástima la ineficacia, pero rescato que cuando vino el empate, fuimos a buscarlo. En la imagen del gol de Olivera, había cinco jugadores en posición de ataque. Así sí.

Esa línea de cuatro se ratificó contra los ecuatorianos, y creo que también fue un acierto. Si algo aprendieron los ecuatorianos es a salir rápido y lastimar o jugar en campo contrario (esto también saben hacerlo). Da Silva no subestimó e hizo bien, pero también intentó darle presión con el Vasquito por Grossmuller, que o descarga más rápido o verá mucho este semestre desde el banco. No olvidar que no estaban ni Fernández ni Núñez, rápidos y encaradores que podían dar una mano.

Al equipo le sobró intensidad, sacrificio y determinación, además del factor h que nos gusta a todos, condición necesaria pero no suficiente. Había que ganar y se jugó como una final, eso se vio desde afuera.

El partido con Fénix, a pesar de los cambios, el equipo sintió el esfuerzo y pareció aclararse con el penal, más allá de la oportunidad desperdiciada. En los primeros quince del segundo tiempo parecía improbable que nos aguantaran, se veía venir el tercero (sí, el tercero) antes del empate. Se desperdició una oportunidad importante, en un  semestre que será infartante. Más allá del empate, el equipo fue y fue (y quedó clara la falta de juego cuando el rival no salía del área) pero no pudo. Habrá que ratificar ciertas cosas contra Vélez mañana (el ascenso de Bologna, la firmeza de la línea de cuatro, el presente de Cristóforo, la calidad de Zalayeta, el desequilibrio del Lolo, la insistencia del Vasquito –alguien tendrá que hablarle en serio, lo de Fénix no puede volver a pasar-, el gol de JM19).

Párrafo aparte para Juan Manuel. Parece lento, parece pesado, pierde en los mano a mano, sin embargo, es un gol por partido. Una efectividad que sólo no envidian Mourinho y Vilanova. Habrá que rendirse ante la evidencia.

Para mañana, habrá que presionar y mucho, no dejarlos jugar. Seguramente Da Silva vio el partido de los argentinos con Emelec, donde sufrieron muchísimo un campo pesado y mucha pierna asfixiando la salida. Hay que llenarlos a centros, ser prácticos y jugar en campo contrario la mayor parte del partido. Así, tendremos chances.

Es un buen arranque, el equipo está comprometido y metido en cada partido, no regala nada. Tenemos un buen entrenador, confío que seguirá mejorando en lo que le falta y poniendo a quienes estén al cien por cien.  Esas dos variables, no son poca cosa. Y en el fútbol de hoy, un equipo metido, físicamente en condiciones, con un entrenador sensato y coherente y alguna pieza desnivelante, es capaz de cualquier cosa.