diego-alonsoSonó el silbato: Peñarol 0 Cobreloa 2. La ilusión de conquistar “la otra mitad de la gloria” se apagó tan rápido que cuesta creer que ya estamos eliminados de la Copa Sudamericana. Sentarse a escribir el jueves después del partido hubiera sido un arma de doble filo; tres días después de la eliminación parece más oportuno. Sí, hablar con el diario del lunes (en este caso viernes), es fácil pero hay cosas que no se pueden dejar pasar.

Antes que lluevan las críticas de los lectores, les digo que me considero una de las personas que está más emparentada con la filosofía de Alonso, quien más quería que viniera y quien más lo respalda a pesar de lo sucedido el jueves. Sin embargo, eso no aliviana el remarcar los errores que creo que se cometieron.

“Fracaso es una palabra que no utilizo. La eliminación es una desilusión”. Fueron una de las frases que más resonaron en la conferencia de prensa de Alonso tras la derrota. Sí, fue una desilusión, pero también fue un fracaso. Quedar eliminado en primera ronda, de local, y ante un equipo “no grande” es un fracaso. Es un fracaso porque somos Peñarol, porque tenemos historia pero también porque somos los últimos campeones de nuestro país y porque supuestamente tenemos un plantel y jugadores de jerarquía que están para algo más que un torneo local.

“Si tuviera que plantear el partido otra vez lo haría de la misma manera” fue la otra frase contundente de Alonso. Un entrenador convencido y seguro de sus actos siempre es bienvenido, pero que reconozca sus errores, mucho más. Cuesta entender cómo se colocó en cancha un mediocampo con un solo volante de contención cuando en el partido de ida nos habían pasado por arriba en esa línea. Además, Peñarol necesitaba apenas un gol para sortear la llave y cuando comenzaba el partido estábamos en instancia de penales. Distinto hubiera sido si de arranque estábamos obligados a anotar 2 o 3 goles.

Se podrá estar de acuerdo o en desacuerdo con los puestos, si Píriz tenía que jugar, si Pacheco tenía que ir de doble 5, si Zalayeta está para el ritmo internacional, si Aguiar tenía que entrar antes y otras variantes más, pero eso son elementos más circunstanciales. Acá hay un tema más de fondo.

Quedar eliminados con Cobreloa fue un fracaso, porque el equipo fue notoriamente superado, porque jugamos más de 90 minutos en la serie con un jugador de más y no pudimos anotar un gol, porque no estuvimos a la altura. La excusa de que ellos venían con rodaje y nosotros no, es válida hasta cierto punto. Para embocarla en el arco no precisás 5 partidos previos. Si ellos están mejor físicamente, planteá el equipo y las piezas de otra manera. Hay formas de contrarrestar.

Se subestimó al rival, como también se subestimó a este torneo. Y cuando digo subestimó, englobo no solo al cuerpo técnico, sino también a los dirigentes y a la gente. “Esta copita la ganamos” y  “a Cobreloa lo pasamos por arriba” fueron algunas de las frases más repetidas. Cuesta entender y reconocer que el fútbol uruguayo a nivel de clubes está muy atrasado con respecto a otros en el continente. La Copa Libertadores del 2011 fue un holograma, o un milagro. En las siguientes dos ediciones no pudimos pasar la fase de grupo. Para volver a triunfar internacionalmente, primero tenemos que tener más humildad, a la hora de planificar un partido, a la hora de planificar las contrataciones y a la hora de proyectar nuestra suerte. Solo así volveremos a levantar una copa en el continente.