Marcha del 8 de marzo de 2018. Foto: El País

Tras conocerse el fixture del Torneo Apertura 2020, que definió que enfrentemos a nuestro tradicional rival en la Fecha 4, se estableció que el clásico se juegue el domingo 8 de marzo, generando posiciones encontradas entre quienes entendemos que el partido debe postergarse, y quienes afirman que «si hay un inconveniente, que cambien la marcha».

Siempre quiero jugar clásicos; este año faltaron los de verano, esos que te hacen arrancar enero deseando que ya sea la noche especial, porque las ganas de enfrentar al tradicional rival nunca se quitan. Lo que sí se quitará, si se fija el partido de más convocatoria del ámbito local para el domingo 8 de marzo, es el respeto que quieren hacernos creer que nos tienen a las mujeres, feministas o no.

No porque el deporte haga mal, no porque no nos encante ir a la tribuna a alentar, sino porque la lucha por la igualdad de género y reivindicación de derechos conquistados que simboliza la también clásica marcha por el Día Internacional de la Mujer, no es una fiesta. Año a año se generan más espacios de reflexión, se le da visibilidad a un montón de realidades que todas y todos desconocemos. Quienes tenemos la fortuna de haber participado, sabemos lo que estar ahí genera, lo importante que es saber que no estamos solas en este mundo que no para de decirnos lo que no podemos hacer, lo que no podemos decidir. También sabemos que lo que en realidad molesta de este pedido es quién lo lleva adelante: que seamos nosotras.

Nosotras, las que ya no tenemos que cuidar cómo vamos vestidas a la cancha, las que vamos solas y a todos lados, y las que no, también, pero que seguimos bancando los comentarios que no queremos escuchar. Recuerdo muy bien que hace 15 años, cuando me llevaba mi madre, ponerte un short era un regalo, que nos sentábamos cerca de los gurises de mi barrio porque nos conocían, para que si pasaba algo, estuviéramos cerca, por las dudas. Eso cambió porque todos pusimos nuestra parte, pero en un ambiente tan machista como el del fútbol local, que incluso hace pensar a muchas mujeres que pueden estar ajenas a todo lo que no les pasa directamente, el compromiso debe ser doble.

Tengo clarísimo que no hablo por todas, tan claro como que si puedo hablar, es porque otras se movieron para que yo pueda hacerlo. Y, ¿sabés qué? A ellas también las juzgaron por hacerlo, también les dijeron que no jodan, que se puede reclamar de otra manera. Y es en este punto donde me siento un poco atrevida, pero vuelvo a recordarme que todos hacemos lo que podemos, desde nuestro lugar.

Por acá y por allá leí de todo y aunque me encantaría que haya consenso en esta situación, entiendo que no es necesario, bastaría con que realmente respeten el hecho de que hay una realidad que los excede y que actuarán en consecuencia. Que sean los que están en contra los que se callen y dejen de intentar explicarnos cómo vivir, por lo menos por un día. Que los que «no están en contra», no propongan alternativas de convivencia, ni sugieran con liviandad que el camino es hacer actividades que nos incluyan a todos. Tampoco queremos una pancarta en la cancha en apoyo a las mujeres en su día, ni un video motivacional en redes sociales. No, no es lo que queremos.

Ojalá la AUF demuestre que tiene un compromiso real con nosotras. Ojalá Peñarol no repita el error de creer que hay algo más importante que hacer un 8 de marzo. Que no sea como en 2018, cuando presentaba su plantel en el Palacio Peñarol a la misma hora y a pocas cuadras de la marcha, diciéndonos a todas que el negocio del fútbol, es más importante que el Día Internacional de la Mujer.