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Los triunfos y las derrotas clásicas acarrean momentos de euforia y de crisis. En pocos días Peñarol atravesó todo eso tratando de mantener una idea futbolística. El entrenador vivió sus horas más críticas junto a la conducción, pero ahora se respira calma. Los jugadores saben que falta la mitad, hay humildad.

Todos preguntaban por la plaqueta luego de que el Presidente Ignacio Ruglio dijera que sería devuelta a Nacional. La chicana realizada por el club albo cayó mal en el Decano, que devolvió la plaqueta. La seguridad y los funcionarios de marketing recibieron la orden de no aceptar la devolución. Peñarol en frente de un oficial de Conmebol (por las dudas de que fuera modificada post entrega) dejó la famosa plaqueta en medio del vestuario, hay registros fotográficos.

Por otra parte, el entrenador aurinegro Mauricio Larriera vivió momentos muy difíciles luego del clásico del Torneo Apertura. Muchos hicieron sentir su desconformidad con su trabajo y el DT respondió con su estilo, hablando poco y trabajando mucho. Se pedía otro estilo de fútbol pero se mantuvo firme en sus convicciones futboleras. Ayer tuvo su premio, gritó los goles como nunca, fue el desahogo de un hombre que sufrió y sabe que todavía falta. Se le reconoció su actitud con los juveniles de Peñarol, le dio cabida a muchos y los respaldó. El caso emblemático fue el de Valentín Rodríguez, cuyo gol recorre América luego de haber tenido momentos donde fue criticado. Un ejemplo fue en la expulsión sufrida en el Parque Viera. Ayer el DT le decía en broma “ahora sos puntero”.

La bajada a tierra vino por el lado de los jugadores que pidieron calma, saben que falta mucho. El camino es el de la mesura y el de la humildad, trabajando con la confianza de que el entrenador implementó una idea futbolística y Peñarol la seguirá hasta el final. En el vestuario se vivió un momento de felicidad, Pablo Bengoechea y Gabriel Cedrés estaban conformes pero sabiendo que falta la mitad, trabajarán para ganar.

El jueves 22 de julio hay que terminar como el Indio Walter Olivera, quien ayer estaba estaba recostado en una camilla y dijo “estoy más cansado que si hubiese jugado”.