Decir Peñarol, es decir Pueblo. Pueblo, ¿qué mas?, si eso es Peñarol. Peñarol es Tango, Milonga, Candombe, Murga, Carnaval, Rocanrol. Peñarol es jugar descalzo en un campito, Peñarol es la vuelta que corre en el trasnochado mostrador de cualquier boliche. Arrabal… cualquier esquina de todo barrio, donde se mezclan las más distantes filosofías, con un sólo fin en común, no importa cuál. Es el poeta mundano que con un vaso de vino en la mano improvisa vivencias de vida ante la mirada atónita del resto de los parroquianos. El que provoca risas, y también lágrimas.

¿Por qué Peñarol es todo eso? Porque en todo lo antes mencionado, hay un sentimiento intrínseco. Eso tan difícil de explicar y de entender, pero que inevitablemente se hace necesario para vivir. Así es Peñarol, guapo como el Tango, sincero como la Milonga, humilde como el Candombe, bohemio como la Murga, alegre como el Carnaval, y rebelde como el Rocanrol.

Todo eso y mucho más es Peñarol, y de eso intentaremos hablar en este espacio. Y no solo hablar, lo que es aún más, demostrar la afinidad que existe entre todas esas vivencias que todos nosotros conocemos y apreciamos, mas allá de que algunas queden relegadas en lo cotidiano, siempre añoramos un segundo de todo eso en cualquier momento de nuestras vidas.

Existen innumerables expresiones populares  dedicadas a Peñarol  nada más y nada menos por que Peñarol  es sin lugar a dudas, la expresión popular más explícita y sincera de este país. Desde sus inicios y hasta el presente lo fue y lo sigue siendo, adaptándose además a las distintas épocas de esta sociedad.

No en vano fue fundado por trabajadores del Ferrocarril, ese tipo común que ejerce un oficio sacrificado y humilde. No en vano la primera plaza deportiva de Montevideo fue inaugurada por Don José Batlle y Ordoñez en el barrio Peñarol. Lejos del elitismo reinante, Peñarol integró a las clases más bajas y a las razas marginadas a su club.  Según narran las crónicas de la época, ya en los principios de siglo los viajes de la hinchada carbonera en tren hacia la vieja cancha de pocitos, eran multitudinarios, bulliciosos, y por supuesto, como toda manifestación popular en masa, revoltosos. Ya lo menciona Luis Alberto Fleitas en la década del 50, en su tango «Y siempre Peñarol» (lo que merecerá un capitulo en esta sección), refiriéndose a la hinchada aurinegra reza “Y es tu hinchada fervorosa, consecuente y seguidora la que alienta sin desmayo tu divisa hasta triunfar”. Acaso y salvando el léxico, hay alguna diferencia con el actual “Yo nunca te voy a dejar, te lo juro por dios, no te deja de alentar, la gloriosa Ámsterdam, a donde juegues a todos lados…”. Es evidente que es el mismo hincha de Peñarol con 60 años de diferencia. Es por eso que decimos que Peñarol es pueblo y por ende, vive en cada uno de nosotros de alguna manera u otra, por eso es pueblo, por que Peñarol somos todos.

Nota: Es el espíritu de quien suscribe homenajear y dedicar este rincón al querido Tachuela, quien vivió por y para Peñarol, y estará presente en la memoria de todos nosotros, eternamente como el tiempo, y floreciendo en cada primavera.

El Gladiador