Pelado, de barba y con ojos azules. Una estatura baja, y un rendimiento alto en varios partidos que le ha tocado jugar. Una especie de vikingo; el corazón, las ganas y el esfuerzo se ven reflejados en cada balón que disputa. De esos jugadores que el hincha reconoce con aplausos cada vez que lo mencionan o lo ven. ¿Cómo un jugador de Peñarol puede ser tan querido dentro de un plantel donde abundan nombres?

Novick, o mejor conocido como Marcel, es un caso particular. Surgido en Fénix en el año 2005 y pasando por varios cuadros del medio local, llegó al Decano en busca de cumplir su sueño: vestir la camiseta de sus amores. Miles de jugadores han pasado por Peñarol, donde no muchos han tenido la suerte de ser recordados, o generar tanta expectativa como lo es Marcel.

Silencioso, humilde y con un corazón gigante, son algunos de los adjetivos para describir al 5 de Peñarol. Un padre para muchos jóvenes que hoy integran las formativas, como a su vez, un hermano para varios de los que integran el plantel principal. El vikingo, como es apodado y conocido en la tribuna o en cada hincha de Peñarol, es sinónimo de respeto, de compromiso y referente de un equipo, donde la experiencia juega un rol clave.

¿Cómo olvidar ese gol en la hora frente al tradicional rival? ¿Cómo olvidar ese “nucazo” entre dos jugadores para estampar el 2 a 2, que posteriormente nos dio el Campeonato Uruguayo? Sin dudas, Marcel, es hoy por hoy vital para un Peñarol que apuesta a tener jugadores de esta clase. Jugadores que se comprometan en instancias decisivas para aportar en lo futbolísticamente o en lo anímicamente para hacer aún más grande el nombre de nuestra institución.

Aún queda atrás el debut internacional por Copa Libertadores frente a Caracas de Venezuela. Hoy en día, Marcel, cuenta con más de 100 partidos vistiendo la camiseta amarilla y negra, siendo homenajeado con una placa entregada por el gran Fernando Morena y por una catarata de aplausos que caían en el Estadio Campeón del Siglo. Cuatro Campeonatos Uruguayos y una Supercopa, avalan un lazo de amor entre el club y él.

Con las mismas ganas que desde un comienzo, con un corazón de león, y la experiencia recurrente de un líder silencioso, Marcel Novick, la marca de un vikingo.

Mathías Tilve – UdelaR