Nahitan-PeñarolvsDefensor-68 (Copiar)

‘’Hola a todos, yo soy el león, rugió la bestia en medio de Los Aromos’’. Maldonado-Montevideo, 130 kilómetros de pasión y pundonor, en sus venas fluyen. Cada pelota, como cada oportunidad final de juego. Dejar para otra vuelta, el sudor de su piel, jamás estuvo en su mente. Allá viene él, con 18 años, con el 10 en la camiseta, pero con el 5 en su espalda que trepa sus hombros, copa su corazón y abraza su cuerpo fernandino.

Tu nombre y apellido, hacían juego con algún trabalenguas jamás escuchado. Pero como carta de presentación resultaste intrigante. Escondías una mística de doble NN, y un nombre que se entona como un cantito. Muchos no sabemos cuál es la forma de pronunciarte, pero todos conocimos el sinónimo de tu cédula: «huevos’’. «Bien Nahitan!’’ empecé a gritar más seguido en la tribuna, más que cualquier otra cosa.

Para certificar que no estuviese trepado en nubes de delirios incomprendidos, mi razón se recuesta en el hombro de mi viejo. El canoso de al lado, te amó antes de verte titular, te pidió para la selección mayor, cuando ‘’estás loco’’, respondían con fervor, y te sigue pidiendo como Nahitan + 10 en no importa que equipo. Es más, traigan los 5 que traigan, él pone las manos en el fuego por vos. Yo también.

Nahitan, te frustraron tu pase. Hoy estoy un poco triste por un jugador de fútbol. Ese pensamiento va contra camino, de la escisión que siempre pregono entre ustedes y nosotros. Pero vos no, loco, vos sos un caso especial. De lateral, volante por afuera, doble 5 o 5 solo. Te vi hasta de último hombre en jugadas increíbles. Te vi en todas las partes de la cancha, como nosotros seguimos a nuestro club a todas las canchas.

«Una especie de simbiosis’’ colgado en la Damiani, estuvo el otro día. Me dispara y se cuelga entre mi corazón y el tuyo. Entre el corazón de todos nosotros y el tuyo. Hoy parece un poco desatado. Un par de representantes, Europa, dirigentes, y vaya a saber qué mano negra más, tironean queriendo robar esa bandera que nos une. Sé que tu lado esta difícil de volver atar. Pero no sé, hay algo allá abajo, en mi alma, que susurra una certeza, sin certezas.

Siento, en lo profundo de mi ser, que tu renacer, viene de la mano con nuestra primavera. Que florecerás una vez más. Como cuando Fossati te dejaba afuera, porque no llegabas a los 30. O como cuando Pablo te ‘cuidaba’ para la selección. O porque no, cuando te pusieron de cualquier posición, habiendo hecho más que méritos, para tener un lugar fijo donde vos eligieras jugar. Es más, te relegaron un sub-capitanato que te sentaba a la perfección a vos, y a nadie más.

Últimamente, flota en el aire, un mal que suele pasarle a los que siempre rinden de correcto a bien. A esos que la costumbre de verlos brillar, hace que olvidemos el esfuerzo de su brillo. Me acostumbre, nos acostumbramos, a verte regar el campo de juego con tu sangre, tan igual a la nuestra. Ciertas personas potenciaron errores en tus pases, comunes en tantos otros jugadores, como un defecto imperdonable en vos. Que risa me da; buscarles el pelo al huevo a buenos jugadores, me suena a una herramienta hermosa de reconocer, sin reconocer, lo grande que sos.

Un par de rojas y planchazos regalaste. No tengo ni la más puta idea, si con buena o mala intención. Pero qué querés que te diga, ¿amigo?, siempre dando más, y no dejando resto para otro partido. Siempre pasado de revoluciones por este amor que compartimos. Y no cuidándote por un pase al exterior, un partido de selección, o la asfixia en tu corazón.  ¿Cómo no te voy  a perdonar expulsiones, si yo estoy a mil por hora como vos, pero en la tribuna? Que hermosa revolución.

Hoy tu cielo está gris, como tantas otras veces. Un lingote de oro, que no dejan brillar. Un lingote de oro, que se bancó que le pusieran arriba, monedas de bronce y plata. Un lingote de oro, que otra vez, lo quieren tumbar. Pero yo sé que vos, en silencio, con tu temperamento a flor de piel, vas a ir paso a paso; como el león rugiendo en medio de la avenida. Vos sos el rey de un mundo perdido. Yo tengo claro que vas a destrozar en la cancha –una vez más– a todos los cómplices de tu apetito. Una vez más, el gran Nahitan Nández, a plena luz de día, veremos brillar. Una vez más, sé que te veré desde la tribuna y me gritaré a mí mismo: ‘’Hola a todos, yo soy el león!’’. Como una complicidad en silencio. Como un anhelo de ser como vos pero en la tribuna. Como un anhelo de que tu rock and roll en la cancha, sea el rock and roll para mi vida.

Gracias Nahitan Nández

Te veremos volver, y nos arrodillaremos ante vos.