Indudablemente lo ocurrido en 1949 por la octava fecha del Campeonato Uruguayo, es la demostración más acabada de cobardía que se pueda apreciar en una cancha de fútbol.

Después de escaparse por el túnel ante una goleada que se anunciaba en forma inminente me pregunto, ¿se puede hablar de Grandeza Institucional luego de haber protagonizado un episodio tan vergonzoso e indigno? La respuesta es NO.

Si aceptáramos esta actitud tomada por el mejor segundo de la historia como válida para eludir una derrota deportiva, estaríamos aceptando que nuestro sentimiento y orgullo por los colores que amamos, están fundamentados por el solo hecho de ganar.

Ahí radica la diferencia entre ellos y nosotros, ellos permutan el orgullo, la hidalguía, el honor, la lucha, por el simple hecho de no salir derrotados luego de enfrentar los 90 minutos que un partido de fútbol comprende.

Para los Manyas el orgullo por sentir los colores va más allá de un resultado deportivo, ser de Peñarol es vivir a lo Peñarol, enfrentar la adversidad y hacer todo lo que se pueda y más para superarla y si no se puede, sentirse orgulloso de haber intentado todo por lograrlo.

Anteriormente hablamos de la envidia y del sentimiento de inferioridad, ahora debemos mencionar al miedo como un elemento más que hacen a la personalidad de nuestro tradicional antagonista.

Gracias a Dios somos tan diferentes… fuimos forjados por circunstancias tan disímiles que sin ninguna duda NUNCA se nos podrá comparar ni confundir.