El domingo arranca un nuevo campeonato, una nueva oportunidad que se nos presenta para volver a lo más alto del país, lugar que conseguimos alcanzar sólo dos veces en los últimos trece años; las dos con Diego Aguirre al frente del equipo.

El domingo comienza una nueva etapa para demostrar que no es casualidad que tenemos más campeonatos uruguayos que cualquier otro club del país y que tenemos la obligación de salir campeón porque la historia así lo demanda.

El domingo vuelven los precios de ópera, fijados por los cuadros chicos (aunque inicialmente pedidos por la actual dirigencia del club) que buscan salvar el año recaudando con la hinchada más numerosa de Uruguay, olvidándose que el fútbol es un deporte popular e impidiendo que la familia se acerque a ver el espectáculo.

El domingo vuelve como todos los años, el constante discurso de la prensa de que a Peñarol lo favorecen los arbitrajes, sin querer ver que año a año los beneficiados son otros, tanto en los clásicos como en los partidos definitorios.

El domingo nace una nueva ilusión de ver estos dos colores mostrándole al mundo que Peñarol es un gigante dormido, que busca despertarse de una siesta que se ha alargado más de la cuenta, responsabilidad de técnicos, jugadores, dirigentes y muchos otros culpables de la peor época de la historia del club.

El domingo vuelve el fútbol uruguayo, con sus irregularidades, fechas atrasadas, cambios en la fijación de las canchas, clubes que deben plata a los jugadores e igual son habilitados incumpliendo el reglamento y todas las cosas a las que estamos acostumbrados.

Pero por sobre todas las cosas, el domingo vuelve a jugar Peñarol, y ahí vamos a estar con la ilusión de siempre, como cada fin de semana, como cada partido, como cada vez que la amarilla y negra se asoma por el túnel; transformándose en una tradición interminable, donde los demás fieles se transforman en nuestra familia, donde pasé los momentos más emocionantes de mi vida, donde lloré y me alegré al mismo tiempo, donde sufrí y donde me volví loco de alegría. Porque a pesar de los resultados y malos momentos de los últimos tiempos, lo único que nunca faltó fue el apoyo de la gente, que en la buenas y en las malas siempre está con Peñarol.

Volveré siempre a verte, por amor, y porque así lo siento.